El Viajero El País

Ilutración para el artículo de @palmarce2020 sobre literatura y vino de la mano de Miguel Torga, Eça de Queiroz y Castelo Branco en Portugal.

SIGUIENDO A MIGUEL TORGA, EÇA DE QUEIROZ Y CASTELO BRANCO EN PORTUGAL. LITERATURA, VINO Y NATURALEZA

“Trabajo hercúleo” denominó Miguel Torga a la producción del vino. Doce horas los siete días a la semana. El escritor lo sabía bien, poseyó una de las grandes conciencias (y amor) por la naturaleza, y había nacido en Trás-os-Montes, la provincia del Alto Duero, microclima privilegiado para el cultivo de las viñas. “Geófago insaciable” escribió de sí mismo en Diario, devorador de horizontes y de quilómetros por la provincia, una defensa de los espacios montañeses que le acompañó de por vida. Era como el granito, escribió Antonio José Saraiva de él, tenía la misma rudeza y ductilidad, la piedra preferida para que crezcan los vinos espumosos, frente a la pizarra, la mejor para los vinos de oporto.      

Siguiente
Siguiente

Detrás de la ventana